Somos conscientes de que en la actualidad existe un creciente interés por recuperar todo lo que antiguamente era cotidiano y, por tanto, parte de nuestra cultura, de nuestras tradiciones. Como tantas otras cosas de nuestro pasado, la navegación a vela, y más concretamente con vela latina, formó parte durante cientos de años del paisaje de nuestras costas mediterráneas y de la vida de los pueblos que las habitaban, dedicados a la pesca y al comercio por el Mare Nostrum.
Sin embargo, la vela Latina tiene un origen incierto.
Se sabe que ya existía en el siglo IX, según documentación gráfica de los Bizantinos. Es una vela nacida en el mar Mediterráneo para poder navegar con los vientos tan imprevisibles que aquí se dan, y además permite a las embarcaciones una autonomía completa ya que puede remontar el viento, cosa que no era posible con la vela cuadrada ya que ésta siempre necesitaba vientos portantes. Se utilizará durante siglos sobre todo para el comercio y la pesca por todo el Mediterráneo.
La decadencia de la vela latina posiblemente se debe a la aparición de las velas cangreja, guaira, al tercio, marconi que, además de poseer las virtudes de la vela latina no sufren su gran inconveniente: el aparejo latino en embarcaciones grandes tiene una maniobra pesada que requiere una tripulación numerosa y experimentada. También decir que, en condiciones climatológicas adversas la vela latina puede ser un poco peligrosa.
Por otro lado, el crecimiento del comercio marítimo exigirá unas embarcaciones cada vez mayores, por lo que se cambiaría a un aparejo más fraccionado y fácil de dominar por una tripulación menos numerosa, que también permitía abaratar costes.
Aún así, la vela latina se seguirá utilizando en embarcaciones de cabotaje y pesca ya que resultaba apropiada para singladuras rápidas y cortas.
La aparición del motor de explosión para pequeñas embarcaciones supondrá que las anteriores barcas de pesca que antes aparejaban la vela latina dejen de utilizarla y quede simplemente relevada como vela auxiliar de pequeñas dimensiones para el caso en que fallase el motor.
En el caso de las embarcaciones de recreo y regatas aparejadas con vela latina, su desaparición se debe a la creación de monotipos de más prestaciones y más económicos como por ejemplo el “snipe”. No obstante, en la década de los ochenta, los menorquines empezaron a rescatar del olvido estos viejos cascos y sus bellos aparejos.
LLAUT
Se trata de la embarcación tradicional más común en nuestras costas. Estaba destinado a la pesca y cabotaje ya que es muy buen caminador. Su eslora solía estar entre 20 y 40 palmos. La roda de proa acaba en la típica forma de nariz y la popa es cerrada y sobresale por encima de la orla.
BOT
El bot es una embarcación que seguramente se inspiró durante la dominación inglesa de Menorca. Tenía un nombre diferente según su finalidad: bots palangreros, bots pescadores o bots de regatas. La principal característica del bot es la popa recta o de espejo y la proa menos lanzada y sin apenas nariz. Los más finos y estilizados se utilizaban para regatas.
El aparejo más utilizado en los bots era la típica vela de martillo combinadas con un foque y una mesana terquina, aunque también podía llevar la tradicional vela latina. Su eslora llegaba hasta los 50 palmos en los palangreros más grandes y entre 22 y 30 palmos el resto.